El robar para lograr la paz y el bienestar
Esta enfermedad es una tendencia irresistible a tomar pertenencias ajenas. Se trata de un impulso muy fuerte a robar objetos que la persona no necesita ni le sirven para su uso personal, ni suelen tener un valor monetario considerable. Mucho más frecuente en mujeres que en hombres, la cleptomanía no es más que los robos incontrolados.
Por Rafael Violi Cattaneo
rafavioli@periodicoatico.com.ar
Un amigo fue a dar una vuelta a al centro. Cuando volvió a su casa trajo consigo un compac disc de música que no compró, ni siquiera le gusta mucho. Tenía dinero para comprarlo, pero no pudo resistir, según él nos cuenta, el impulso que siente por robar objetos en negocios, no lo puede controlar.
Otra pareja conocida baja de su departamento y se toma un café en la confitería que se encuentra bien debajo de su casa, al terminar y pagar se retiran del recinto y al llegar a su hogar su marido realiza un clásico: le revisa los bolsillos a su esposa y le encuentra dos cucharitas de café, ella sin poder soportarlo se las llevó en sus prendas. El marido deberá, en algo que ya es costumbre para él y el dueño de la confitería, bajar y devolverlas. En ambos casos, estas mujeres sufren una enfermedad, cuestionada y risueña que se denomina Cleptomanía.
La cleptomanía es una tendencia irresistible a tomar pertenencias ajenas. Se trata de un impulso muy fuerte a robar objetos que la persona no necesita ni le sirven para su uso personal, ni suelen tener un valor monetario considerable.
Un 5% de los ladrones identificados en tiendas y centros comerciales son cleptómanos. Además la mayoría son chicas, ya que este trastorno es mucho más frecuente en mujeres que en hombres.
¿Por qué lo hace? Cuando entra en una tienda, quien sufre cleptomanía experimenta una creciente sensación de tensión que sólo desaparece cuando roba algún objeto. Después, le sigue una sensación de bienestar, y liberación.
Mucha gente habla de esta enfermedad como si la conociera en profundidad, cuando lo cierto es que se trata de un mal muy desconocido por la población en general. La cleptomanía es un desorden de control de impulsos que afecta sobre todo a mujeres y que suele estar asociado a otras patologías.
Mucha gente emplea el nombre de la cleptomanía como si conociera la enfermedad en profundidad, y es frecuente escuchar el término asociado con bromas y chistes. Sin embargo, se trata de un problema muy serio, que poco tiene de gracioso para quienes lo padecen.
Por fortuna, no es una enfermedad muy extendida, e incluso hay expertos que la consideran un mal muy raro de encontrar.
No se roba por placer
Al contrario de lo que se cree popularmente, un cleptómano no roba indiscriminadamente todo aquello que se encuentra, ni disfruta haciéndolo. La persona con cleptomanía siente inesperadamente el impulso de robar algo, que frecuentemente no tiene apenas valor monetario, ni le es de utilidad.
Ese impulso llega de forma inesperada, sin planearlo previamente, y resulta irrefrenable para el enfermo. Eso provoca una ansiedad grande, que se torna en una sensación de satisfacción o relax una vez cometido el hurto.
Pero el cleptómano es consciente en todo momento de que robar es un delito, y de que lo que está haciendo no está bien, por lo que la euforia del momento desaparece rápidamente dando lugar a sentimientos de culpa, ansiedad y estados depresivos. Esto crea un ambiente muy tenso en torno al enfermo, que suele acabar repercutiendo muy negativamente en su vida social y familiar.
Tipos de Cleptómanos
Este trastorno puede durar en la persona durante años, aunque los arrestos por robos hayan sido múltiples.
Dentro del grupo de los cleptómanos existen tres tipos: esporádico, en el que se dan episodios breves de cleptomanía y posteriormente largos periodos de remisión.
Otro tipo es el episódico, en el que se dan periodos prolongados de robos y cortos periodos de remisión y el tercer tipo es el crónico, que se caracteriza por un grado de fluctuación.
Síntomas
Las personas con cleptomanía experimentan un fuerte impulso de robar. Son conscientes de que se trata de un acto equivocado y sin sentido. Con frecuencia, la persona tiene miedo a ser arrestada y se siente deprimida o culpable de los robos.
Algunos trastornos en el estado de ánimo como el depresivo, los trastornos de ansiedad, los trastornos de la conducta alimentaría (sobre todo la bulimia nerviosa) y los trastornos de la personalidad pueden estar asociados con la cleptomanía. Este trastorno puede llegar a crear problemas legales, familiares, profesionales y personales.
Su tratamiento consiste en la psicoterapia y es difícil. A veces también se utilizan técnicas de modificación de conducta.
Diferencias con el “ladrón”
No todos los ladrones son cleptómanos. El robo ordinario es deliberado y está motivado por la utilidad del objeto o por su valor económico. Algunas personas, especialmente los adolescentes, suelen arriesgarse a robar como un acto de rebeldía.
El cleptómano, a diferencia del ladrón, no utiliza ni vende lo robado y nunca se ayuda de cómplices. Acumula los objetos robados en su hogar o en un escondite sin usarlos y en ocasiones los devuelve clandestinamente.
Los cleptómanos obtienen gratificación del acto mismo de robar, no de la posesión de lo sustraído. No se benefician materialmente del hurto; se apoderan de objetos de poco valor que podrían comprar fácilmente.
Arrestos
El robo no aparece como consecuencia de una idea delirante o alucinación. Las personas con este trastorno se controlan cuando notan que le pueden descubrir con facilidad, por ejemplo en presencia de un policía. No planifican los robos ni toman las medidas adecuadas para evitar las posibilidades de arresto
El cleptómano sabe lo que es y las consecuencias que tiene. Normalmente le descubren, y aparte del rechazo social, puede encontrarse con problemas más serios cuando roba en tiendas o en grandes almacenes y le denuncian.
Cuando le descubren, se queda abrumado, llora de desesperación e intenta no volver a entrar a los establecimientos donde sabe que va a tener tentaciones. Sin embargo, una creciente impaciencia le lleva de nuevo a las mismas situaciones.
La cleptomanía responde a un conflicto emocional que se descarga simbólicamente con los hurtos. El cleptómano es consciente de sus hurtos en todo momento, por lo que en la mayoría de los países se le considera responsable de sus actos, a no ser que se pueda demostrar la imposibilidad de autocontrol.
La clave: el control de los impulsos
Los expertos clasifican la cleptomanía como un desorden de la voluntad, o de control de impulsos. Esto la emparenta directamente con otros males más frecuentes, como la ludopatía, o las tan temidas anorexia y bulimia. Por decirlo de alguna forma, este tipo de conductas constituyen una conducta adictiva, que no se quiere llevar a cabo racionalmente, pero con la que se obtiene un pequeño placer momentáneo que “engancha”.
Cómo reconocerla
En el caso de las mujeres bulímicas, por ejemplo, es frecuente que hurten grandes cantidades de comida que luego ingieren rápidamente y vomitan enseguida. Se conocen casos extremos como el de una mujer con bulimia que llegó a alquilar una habitación para llenarla con los botines de sus robos, que luego iban directamente a la basura para volver a empezar con el proceso de robo y almacenamiento. La mujer afirmaba que la contemplación de su "tesoro” la aferraba a la vida, le daba satisfacción interior y calmaba las ideas de suicidio que le provocaba la bulimia.
Como en el resto de desórdenes de voluntad, la cleptomanía puede reconocerse por algunos rasgos característicos: realización de los hurtos sin planificación previa, robar repetidamente objetos que no tienen ningún valor ni utilidad para quien los roba. Sentimiento de presión en aumento mientras se desarrolla el hurto, sentimiento de relax o liberación justo después de realizarlo. Y pena, culpa o depresión pasada la euforia inicial, ya que el enfermo es consciente en todo momento de que su actitud es delictiva. La ley no distingue entre robos comunes y robos por cleptomanía.
Los padres frente a un hijo cleptómano
Por lo general, los padres no sospechan que su hijo sea cleptómano, por la razón de que estos enfermos no buscan ayuda.
Por otra parte, es muy difícil detectar esta compulsión, pues los objetos que hurtan carecen de valor, y fácilmente pueden pasar desapercibidos, o como regalos inocentes.
Al diagnosticarse este trastorno en un hijo, es fundamental que cuente con el apoyo de los padres, pues no es un criminal, sino alguien que tiene un desequilibrio psicológico, y que seguramente es reflejo de otra problemática, la cual puede ser causada por una mala relación con los padres, o la incomprensión de estos.
Por lo tanto, al igual que cualquier joven con trastornos psicológicos, el adolescente o niño cleptómano, merece la comprensión, apoyo y cariño, que necesita para su recuperación.
La consulta con el psicólogo y el tratamiento adecuado, acompañado por el apoyo paterno, son el mejor entorno para intentar sanar este mal.
Esta enfermedad es una tendencia irresistible a tomar pertenencias ajenas. Se trata de un impulso muy fuerte a robar objetos que la persona no necesita ni le sirven para su uso personal, ni suelen tener un valor monetario considerable. Mucho más frecuente en mujeres que en hombres, la cleptomanía no es más que los robos incontrolados.
Por Rafael Violi Cattaneo
rafavioli@periodicoatico.com.ar
Un amigo fue a dar una vuelta a al centro. Cuando volvió a su casa trajo consigo un compac disc de música que no compró, ni siquiera le gusta mucho. Tenía dinero para comprarlo, pero no pudo resistir, según él nos cuenta, el impulso que siente por robar objetos en negocios, no lo puede controlar.
Otra pareja conocida baja de su departamento y se toma un café en la confitería que se encuentra bien debajo de su casa, al terminar y pagar se retiran del recinto y al llegar a su hogar su marido realiza un clásico: le revisa los bolsillos a su esposa y le encuentra dos cucharitas de café, ella sin poder soportarlo se las llevó en sus prendas. El marido deberá, en algo que ya es costumbre para él y el dueño de la confitería, bajar y devolverlas. En ambos casos, estas mujeres sufren una enfermedad, cuestionada y risueña que se denomina Cleptomanía.
La cleptomanía es una tendencia irresistible a tomar pertenencias ajenas. Se trata de un impulso muy fuerte a robar objetos que la persona no necesita ni le sirven para su uso personal, ni suelen tener un valor monetario considerable.
Un 5% de los ladrones identificados en tiendas y centros comerciales son cleptómanos. Además la mayoría son chicas, ya que este trastorno es mucho más frecuente en mujeres que en hombres.
¿Por qué lo hace? Cuando entra en una tienda, quien sufre cleptomanía experimenta una creciente sensación de tensión que sólo desaparece cuando roba algún objeto. Después, le sigue una sensación de bienestar, y liberación.
Mucha gente habla de esta enfermedad como si la conociera en profundidad, cuando lo cierto es que se trata de un mal muy desconocido por la población en general. La cleptomanía es un desorden de control de impulsos que afecta sobre todo a mujeres y que suele estar asociado a otras patologías.
Mucha gente emplea el nombre de la cleptomanía como si conociera la enfermedad en profundidad, y es frecuente escuchar el término asociado con bromas y chistes. Sin embargo, se trata de un problema muy serio, que poco tiene de gracioso para quienes lo padecen.
Por fortuna, no es una enfermedad muy extendida, e incluso hay expertos que la consideran un mal muy raro de encontrar.
No se roba por placer
Al contrario de lo que se cree popularmente, un cleptómano no roba indiscriminadamente todo aquello que se encuentra, ni disfruta haciéndolo. La persona con cleptomanía siente inesperadamente el impulso de robar algo, que frecuentemente no tiene apenas valor monetario, ni le es de utilidad.
Ese impulso llega de forma inesperada, sin planearlo previamente, y resulta irrefrenable para el enfermo. Eso provoca una ansiedad grande, que se torna en una sensación de satisfacción o relax una vez cometido el hurto.
Pero el cleptómano es consciente en todo momento de que robar es un delito, y de que lo que está haciendo no está bien, por lo que la euforia del momento desaparece rápidamente dando lugar a sentimientos de culpa, ansiedad y estados depresivos. Esto crea un ambiente muy tenso en torno al enfermo, que suele acabar repercutiendo muy negativamente en su vida social y familiar.
Tipos de Cleptómanos
Este trastorno puede durar en la persona durante años, aunque los arrestos por robos hayan sido múltiples.
Dentro del grupo de los cleptómanos existen tres tipos: esporádico, en el que se dan episodios breves de cleptomanía y posteriormente largos periodos de remisión.
Otro tipo es el episódico, en el que se dan periodos prolongados de robos y cortos periodos de remisión y el tercer tipo es el crónico, que se caracteriza por un grado de fluctuación.
Síntomas
Las personas con cleptomanía experimentan un fuerte impulso de robar. Son conscientes de que se trata de un acto equivocado y sin sentido. Con frecuencia, la persona tiene miedo a ser arrestada y se siente deprimida o culpable de los robos.
Algunos trastornos en el estado de ánimo como el depresivo, los trastornos de ansiedad, los trastornos de la conducta alimentaría (sobre todo la bulimia nerviosa) y los trastornos de la personalidad pueden estar asociados con la cleptomanía. Este trastorno puede llegar a crear problemas legales, familiares, profesionales y personales.
Su tratamiento consiste en la psicoterapia y es difícil. A veces también se utilizan técnicas de modificación de conducta.
Diferencias con el “ladrón”
No todos los ladrones son cleptómanos. El robo ordinario es deliberado y está motivado por la utilidad del objeto o por su valor económico. Algunas personas, especialmente los adolescentes, suelen arriesgarse a robar como un acto de rebeldía.
El cleptómano, a diferencia del ladrón, no utiliza ni vende lo robado y nunca se ayuda de cómplices. Acumula los objetos robados en su hogar o en un escondite sin usarlos y en ocasiones los devuelve clandestinamente.
Los cleptómanos obtienen gratificación del acto mismo de robar, no de la posesión de lo sustraído. No se benefician materialmente del hurto; se apoderan de objetos de poco valor que podrían comprar fácilmente.
Arrestos
El robo no aparece como consecuencia de una idea delirante o alucinación. Las personas con este trastorno se controlan cuando notan que le pueden descubrir con facilidad, por ejemplo en presencia de un policía. No planifican los robos ni toman las medidas adecuadas para evitar las posibilidades de arresto
El cleptómano sabe lo que es y las consecuencias que tiene. Normalmente le descubren, y aparte del rechazo social, puede encontrarse con problemas más serios cuando roba en tiendas o en grandes almacenes y le denuncian.
Cuando le descubren, se queda abrumado, llora de desesperación e intenta no volver a entrar a los establecimientos donde sabe que va a tener tentaciones. Sin embargo, una creciente impaciencia le lleva de nuevo a las mismas situaciones.
La cleptomanía responde a un conflicto emocional que se descarga simbólicamente con los hurtos. El cleptómano es consciente de sus hurtos en todo momento, por lo que en la mayoría de los países se le considera responsable de sus actos, a no ser que se pueda demostrar la imposibilidad de autocontrol.
La clave: el control de los impulsos
Los expertos clasifican la cleptomanía como un desorden de la voluntad, o de control de impulsos. Esto la emparenta directamente con otros males más frecuentes, como la ludopatía, o las tan temidas anorexia y bulimia. Por decirlo de alguna forma, este tipo de conductas constituyen una conducta adictiva, que no se quiere llevar a cabo racionalmente, pero con la que se obtiene un pequeño placer momentáneo que “engancha”.
Cómo reconocerla
En el caso de las mujeres bulímicas, por ejemplo, es frecuente que hurten grandes cantidades de comida que luego ingieren rápidamente y vomitan enseguida. Se conocen casos extremos como el de una mujer con bulimia que llegó a alquilar una habitación para llenarla con los botines de sus robos, que luego iban directamente a la basura para volver a empezar con el proceso de robo y almacenamiento. La mujer afirmaba que la contemplación de su "tesoro” la aferraba a la vida, le daba satisfacción interior y calmaba las ideas de suicidio que le provocaba la bulimia.
Como en el resto de desórdenes de voluntad, la cleptomanía puede reconocerse por algunos rasgos característicos: realización de los hurtos sin planificación previa, robar repetidamente objetos que no tienen ningún valor ni utilidad para quien los roba. Sentimiento de presión en aumento mientras se desarrolla el hurto, sentimiento de relax o liberación justo después de realizarlo. Y pena, culpa o depresión pasada la euforia inicial, ya que el enfermo es consciente en todo momento de que su actitud es delictiva. La ley no distingue entre robos comunes y robos por cleptomanía.
Los padres frente a un hijo cleptómano
Por lo general, los padres no sospechan que su hijo sea cleptómano, por la razón de que estos enfermos no buscan ayuda.
Por otra parte, es muy difícil detectar esta compulsión, pues los objetos que hurtan carecen de valor, y fácilmente pueden pasar desapercibidos, o como regalos inocentes.
Al diagnosticarse este trastorno en un hijo, es fundamental que cuente con el apoyo de los padres, pues no es un criminal, sino alguien que tiene un desequilibrio psicológico, y que seguramente es reflejo de otra problemática, la cual puede ser causada por una mala relación con los padres, o la incomprensión de estos.
Por lo tanto, al igual que cualquier joven con trastornos psicológicos, el adolescente o niño cleptómano, merece la comprensión, apoyo y cariño, que necesita para su recuperación.
La consulta con el psicólogo y el tratamiento adecuado, acompañado por el apoyo paterno, son el mejor entorno para intentar sanar este mal.
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