por Andres Linares
Cambia el recorrido de los colectivos.
Tardan de más. La gente se enoja y decide
hacerse escuchar, sale a cortar las
calles, quema cubiertas, protesta ante las
instituciones y medios de comunicación.
Sus argumentos son válidos por cierto;
por ejemplo, los chicos que concurren a
las escuelas alejadas de sus barrios deberán
caminar una distancia mayor para
llegar a su aula. Consecuencia.
Entendiendo la necesidad del progreso
como una meta esencial para el destino
de sus hijos, muchos padres deciden que
el mejor lugar para que sean preparados
en las artes de la vida es una escuela privada.
Para ellos pagan cifras cada vez
más “infladas” con el ciego análisis de
que lo exclusivo es mejor que lo público.
Segunda consecuencia.
El comienzo del año educativo está a la
vuelta de la esquina, ya es ahora de adquirir
los insumos necesarios para que el
inicio sea con buen augurio. La famosa
canasta escolar es materia de discusión
y análisis para asociaciones de defensa
del consumidor, medidores de costos de
vida y demás, ya que la especulación de
muchos comerciantes lleva los precios a
un límite varias veces prohibido para los
bolsillos de tantos consumidores. Tercera
consecuencia
Algunos integrantes de la llamada oposición
deciden reunirse para las legislativas
de octubre. A ellos se le suman algunos
afamados líderes del sector agropecuario
que ganaron poder en la maratónica
protesta promediando el 2008, y quienes
esperan un llamado de la presidente para
entablar el diálogo necesario sobre las
necesidades denegadas. Todos vaticinan
soluciones para los problemas actuales.
Cuarta consecuencia.
Las causas, que son varias y variadas
pero terminan siempre por relacionarse
tangencialmente, tienen la insólita lógica
del sello Made in Argentina.
En un país donde las alianzas y sus protagonistas
son despreciables y con recuerdos
poco felices, las ansias de poder
acercan lo que las ideas alejaron en otras
contiendas (Díos los cría y la codicia los
junta). Son esos mismos los que anuncian
remedios mágicos para una crisis
que recién está comenzando y que seguirá
socavando los presentes de millones
de hogares nacionales, quienes en su
ilusión de acero que aguanta cualquier
golpe, miran al futuro en positivo. Aunque
su porvenir se ve complejo cuando
la educación que se supone de mejor calidad
sea un negocio en el que solo gana
el propio sistema que excluye.
¿Y dónde entra en el análisis el tema de
los colectivos? Muy bien no lo sé, pero
puedo asegurar, sin tantas ideas disparatadas,
que el improvisado sistema solo
ha servido para que la gente llegue más
rápido… al estado de stress que exprime
la calma.
Cambia el recorrido de los colectivos.
Tardan de más. La gente se enoja y decide
hacerse escuchar, sale a cortar las
calles, quema cubiertas, protesta ante las
instituciones y medios de comunicación.
Sus argumentos son válidos por cierto;
por ejemplo, los chicos que concurren a
las escuelas alejadas de sus barrios deberán
caminar una distancia mayor para
llegar a su aula. Consecuencia.
Entendiendo la necesidad del progreso
como una meta esencial para el destino
de sus hijos, muchos padres deciden que
el mejor lugar para que sean preparados
en las artes de la vida es una escuela privada.
Para ellos pagan cifras cada vez
más “infladas” con el ciego análisis de
que lo exclusivo es mejor que lo público.
Segunda consecuencia.
El comienzo del año educativo está a la
vuelta de la esquina, ya es ahora de adquirir
los insumos necesarios para que el
inicio sea con buen augurio. La famosa
canasta escolar es materia de discusión
y análisis para asociaciones de defensa
del consumidor, medidores de costos de
vida y demás, ya que la especulación de
muchos comerciantes lleva los precios a
un límite varias veces prohibido para los
bolsillos de tantos consumidores. Tercera
consecuencia
Algunos integrantes de la llamada oposición
deciden reunirse para las legislativas
de octubre. A ellos se le suman algunos
afamados líderes del sector agropecuario
que ganaron poder en la maratónica
protesta promediando el 2008, y quienes
esperan un llamado de la presidente para
entablar el diálogo necesario sobre las
necesidades denegadas. Todos vaticinan
soluciones para los problemas actuales.
Cuarta consecuencia.
Las causas, que son varias y variadas
pero terminan siempre por relacionarse
tangencialmente, tienen la insólita lógica
del sello Made in Argentina.
En un país donde las alianzas y sus protagonistas
son despreciables y con recuerdos
poco felices, las ansias de poder
acercan lo que las ideas alejaron en otras
contiendas (Díos los cría y la codicia los
junta). Son esos mismos los que anuncian
remedios mágicos para una crisis
que recién está comenzando y que seguirá
socavando los presentes de millones
de hogares nacionales, quienes en su
ilusión de acero que aguanta cualquier
golpe, miran al futuro en positivo. Aunque
su porvenir se ve complejo cuando
la educación que se supone de mejor calidad
sea un negocio en el que solo gana
el propio sistema que excluye.
¿Y dónde entra en el análisis el tema de
los colectivos? Muy bien no lo sé, pero
puedo asegurar, sin tantas ideas disparatadas,
que el improvisado sistema solo
ha servido para que la gente llegue más
rápido… al estado de stress que exprime
la calma.
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